¿Es posible la plena integración de las mujeres en la investigación? Con motivo de la conmemoración del 8M, investigadoras del campus de Gandia explican su trabajo y las circunstancias en que lo desarrollan.
Según un estudio de la UNESCO, solo alrededor del 30% del personal investigador en el mundo son mujeres y en algunas disciplinas, como la ingeniería o la informática, el porcentaje de participación de la mujer es todavía menor. Ante estos datos, resulta difícil encontrar una única causa que explique esta situación. Por ello, con motivo de la conmemoración del Día Internacional de la Mujer y aprovechando que poseen un perfil destacado en la prestigiosa base de datos Google Académico (Google Scholar, en inglés); un motor de búsqueda especializado en contenido y bibliografía científica, hemos reunido los testimonios de profesoras e investigadoras del campus de Gandia de la Universitat Politècnica de València (UPV). Ingenieras, ambientólogas, químicas… que incluye la clasificación Mujeres Investigadoras Españolas y en España elaborada por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).
Aportaciones que contribuyen al avance de la ciencia e inspiran a futuras generaciones
“Mientras en la sociedad siga existiendo discriminación, la habrá en el ámbito de la investigación y en cualquier otro ámbito”, indica Mónica Catalá. “En mi área de estudio, que es la química analítica, creo que predominamos las mujeres y hay muchas investigadoras destacadas”. Perteneciente al Departamento de Química de la UPV, lleva a cabo su labor investigadora en el Instituto de Investigación para la Gestión Integrada de Zonas Costeras (IGIC). “La investigación es sacrificada, requiere de muchas horas de dedicación, por lo que siempre es difícil. Pero, en mi caso, no creo que el ser mujer haya sido una traba para mi desarrollo profesional”. Mónica obtuvo el Premio Extraordinario de Doctorado en 1999 por su tesis defendida en la Universitat de València. Ha publicado varios libros sobre problemas de contaminación atmosférica y prácticas de laboratorio, y ha escrito diversos artículos de investigación y participado en congresos. Su trabajo se centra en el ámbito de la química analítica, principalmente en el desarrollo de nuevos métodos analíticos de control y tratamiento de muestras medioambientales. “Creo que se está haciendo una gran labor de divulgación científica, especialmente en torno al Día de la Mujer y la Niña en la Ciencia. Muchas científicas están dedicando su tiempo y esfuerzo en las jornadas, y creo que esta es la línea de actuación adecuada”, afirma.
En esto también coincide Maite Sebastiá. “En determinadas áreas como la mía, tecnologías del medio ambiente, la presencia de mujeres es menor, por eso, estas iniciativas son necesarias”. Licenciada en Ciencias Ambientales y doctora por la UPV, recientemente ha asumido la subdirección de Acción Internacional y Ordenación Docente de Ámbito Ambiental y Turismo del campus. Maite es también miembro del IGIC y ha participado en diversos estudios sobre desarrollo urbano y salud pública, el abandono de tierras utilizando diferentes técnicas de teledetección o sobre el uso de satélites para la detección de cianobacterias en embalses para abastecimiento de agua potable, entre otros. “En los últimos años, las exigencias para promocionar se han multiplicado, y el nivel de exigencia es tan alto que hay gente de mi edad que está todavía luchando por su primer contrato estable”. Por otra parte, “la conciliación familiar es una asignatura pendiente. Nos encontramos a madres que tenemos que volver al trabajo a las 16 o a las 20 semanas, mientras que la OMS recomienda mínimo de seis meses de lactancia exclusiva. Realizar una estancia de investigación en el extranjero es un mérito importante, pero difícil de compaginar con la familia”.
En esta línea, Marga Cabrera afirma que “aún existen barreras para las mujeres en la investigación, especialmente en la etapa de la maternidad. Durante esos años, no estamos en la misma situación que nuestros compañeros, ya que dedicamos tiempo a la familia, lo que puede retrasar la carrera investigadora. Además, en temas de liderazgo y responsabilidad, solemos ser menos atrevidas que los hombres y con más síndrome del impostor, lo que nos lleva a no reconocer nuestro propio valor”. Esta catedrática en Comunicación Audiovisual dirige el Área de Comunicación de la UPV desde el año 202, “me encanta mi trabajo, y he disfrutado del camino que me ha traído hasta aquí. Sin embargo, no ha sido fácil; ha requerido años de esfuerzo y muchas horas de dedicación, a menudo restadas al tiempo con mis hijos. Aun así, cada paso ha valido la pena”. Para promover la igualdad de oportunidades de las mujeres en la ciencia “es clave seguir aumentando la sensibilización y fomentando un cambio de conducta. Además, es necesario impulsar políticas públicas que transformen las dinámicas de poder y reduzcan las desigualdades de género”.
Para Paloma Herrera, “aunque la igualdad de oportunidades ha avanzado, siguen existiendo barreras para las mujeres en la investigación. Factores estructurales como la dificultad de conciliación, la menor presencia femenina y, por tanto, menos referentes o sesgos en la evaluación del mérito según qué áreas, siguen condicionando muchas trayectorias profesionales”. Sin embargo, “también es cierto que la experiencia varía según cada persona y contexto”. Pero, “un elemento clave es el modelo de exigencia en el ámbito académico y científico, que suele premiar la disponibilidad absoluta y la hiperproductividad”. Asimismo, “un factor que desincentiva la investigación y complica aún más la trayectoria académica es la creciente carga burocrática. Gran parte del tiempo que debería dedicarse a investigar se invierte en gestionar proyectos, justificar financiación o completar trámites administrativos cada vez más exigentes y complejos. Este exceso de burocracia no solo dificulta el progreso de la investigación, sino que también desmotiva a muchos profesionales”. Paloma pertenece al departamento de Economía y Ciencias Sociales de la UPV y es miembro del IGIC. Su actividad investigadora se centra en dos grandes campos: la sociología de la alimentación y la gestión costera relacionada especialmente con la sostenibilidad socioambiental. “En mi caso particular, no he tenido grandes dificultades atribuibles directamente al hecho de ser mujer, más aún si lo comparo con otros sectores en los que he trabajado. Pero sí me he encontrado con obstáculos derivados del contexto social y, sobre todo, de la propia organización de la carrera académica e investigadora. La inestabilidad laboral, la competitividad extrema o los continuos cambios en las normas hacen que el camino sea complejo para muchas personas, independientemente de su género”. Y “aunque la igualdad de oportunidades en la ciencia requiere cambios estructurales, también requiere una transformación cultural. No basta con implementar medidas concretas si no se trabaja en cambiar mentalidades y en desmontar estereotipos que siguen limitando las aspiraciones y trayectorias de muchas mujeres”.
“Los datos son claros”, sostiene Virginia Garófano, “el salario medio de las mujeres suele ser más bajo que el de sus compañeros. Además, las mujeres tienen más difícil acceder a puestos de liderazgo. Las razones son variadas, pero es cierto que son más las mujeres que los hombres las que se piden reducciones de jornada para poder conciliar su vida personal y profesional”. Virginia es licenciada en Ciencias Ambientales por la Universidad de Granada y doctora por la UPV. En su tesis estudió los patrones de distribución de las especies de ribera en función de factores hidrogeomorfológicos a diferentes escalas espaciales y temporales en ríos mediterráneos. Realizó un posdoctorado en el Laboratorio GEOLAB (Université Clermont Auvergne), en el que diseñó e implementó “un experimento para evaluar la respuesta morfológica, anatómica y biomecánica de las especies ribereñas a diferentes procesos fluviales”. Desde entonces, es miembro asociado de dicho laboratorio y continúa colaborando con sus miembros, así como con distintos investigadores del IGIC. En la actualidad, está involucrada en la gestión del proyecto Life Intemares, el mayor proyecto de conservación marina en Europa. Virginia también pertenece al departamento de Economía y Ciencias Sociales de la UPV. “La carrera profesional como investigadora y docente es muy larga e inestable. Se suele decir que es “una carrera de fondo” porque son muchos los años y el esfuerzo necesarios para estabilizarse. Los contratos como investigador suelen ser siempre temporales, asociados a la disponibilidad de proyectos activos, y como docente, dependes también de concursos muy competitivos que durante años han contado con plazas muy limitadas”.
Así que, “aún queda camino por recorrer”.