Esta exposición explora la interacción entre arquitectura y naturaleza como componentes integrantes de una identidad cultural. La arquitectura está relacionada a la cultura, por lo que la interacción entre cultura y naturaleza, han sido conceptos que percibidos como opuestos a lo largo de la historia. Mientras la naturaleza se concibe como independiente de la arquitectura, la cultura se refiere a las prácticas, conocimientos y costumbres desarrolladas por en nuestras sociedades.
Pensadores como Claude Lévi-Strauss han marcado una visión relacional que sugiere que cultura y entorno no están en conflicto, sino que mantienen un diálogo constante. Su obra, que incluye innovadoras perspectivas sobre parentesco y mitos en sociedades originarias, ha influido en debates contemporáneos sobre etnocentrismo y crisis ecológica, así como en la discusión sobre cómo habitar y relacionarnos con nuestro espacio. Aunque la oposición entre naturaleza y cultura ha sido una herramienta metodológica útil para clasificar el mundo, este planteamiento ha sido desafiado por estudios etnográficos del siglo XX que revelan que la categoría «naturaleza» encierra múltiples maneras de entender y habitar el mundo.
A través de esta perspectiva, esta exposición analiza cómo los espacios construidos pueden relacionarse con lo natural, estableciendo conexiones armónicas entre lo humano y su entorno. Y en un contexto donde la sostenibilidad es más relevante que nunca, la exposición nos invita a replantear nuestra relación con el entorno, no como una dicotomía, sino como una oportunidad para fomentar nuevas formas de habitar que integren la naturaleza como parte de un mismo entorno social. La disciplina arquitectónica, al transformar y nutrirse tanto de la naturaleza como de la cultura, se convierte en un medio esencial para explorar esta interrelación.
El pensamiento indígena no establece una clara distinción ontológica entre humanos y no-humanos. En este enfoque, todos los seres comparten una misma interioridad similar, diferenciándose solo por sus formas físicas. Esto invita a reconsiderar la relación que tienen los asentamientos humanos con la naturaleza y a explorar maneras de habitar el mundo, integrando la dimensión cultural en un diálogo continuo.
La exposición propone abrirnos a otras perspectivas que fomenten una visión más flexible de la relación entre humanos y el mundo no-humano. En lugar de separarnos, nuestras diferencias pueden contribuir a formar parte de una relación social más amplia. Esta discusión puede ser interpretada por la arquitectura y puede trascender como instrumento para integrar lo natural y lo cultural en un mismo sistema.